Escrito por: Luis Meyer
Fotografía: Rafael García
Vídeo: Borja Rebull
Según los historiadores, las brujas eran curanderas que investigaban con plantas medicinales, que en ocasiones las llevaban a soñar despiertas con fantasías como, por ejemplo, que volaban a otros mundos a lomos de una escoba.
Ese es el origen de uno de los disfraces más populares en todo el mundo, y al mismo tiempo, el del producto más exitoso de la empresa Escobas Mendi. «Fue por casualidad», confiesa Miguel, el guardián de la esencia de una tradición escobera que ya va por la cuarta generación, igual que el apellido que da el nombre a la empresa. «Fue un verano de mucho calor en el que se doblaron muchos palos, de modo que no servían para barrer y, como dice el dicho, “si la vida te da un palo, hazte una escoba y a volar”», cuenta el responsable de una empresa que lleva más de un siglo fabricándolas de forma artesanal en Valtierra, un pequeño pueblo de Navarra.
Cuando ya estoy tocando las espigas de mijo
es mi momento feliz del día
Miguel Mendi, a sus 44 años, es quien las crea cada día con sus propias manos tal cual lo hacía su bisabuelo, entre 50 y 400 cada jornada, según el tipo de escoba, pero todas con algo en común: usan materiales naturales (madera y mijo), el proceso es absolutamente sostenible y son muy duraderas; lo de la obsolescencia programada no va con ellos. El procedimiento es aparentemente sencillo, pero a la hora de arremangarse es muy laborioso y requiere mucho prurito: se sujeta el palo a un torno y se va dando forma con las espigas, previamente cortadas, pulidas y secadas. Cada escoba resultante es una pequeña obra de arte: precisa, maciza… y bella.
«En el pasado Halloween, las de bruja tuvieron una aceptación increíble que no esperábamos», continúa Miguel su relato, «de modo que, a las escobas de limpieza, añadimos estas para disfraz, que denominamos “de fantasía”». Tienen más derivadas del utensilio original en su gama: «Vendemos también escobas en miniatura que se usan como decoración, o incluso en maquetas de arquitectura, y también son fruto de la casualidad; mi padre le hizo una escobita de juguete a mi hermana cuando era niña y vimos que podían ser un gran elemento decorativo. Probamos a venderlas, y no fue mal pero el boom llegó cuando empezó la venta online».
Nuestro plan de futuro es, ante todo, seguir
dando valor al oficio y a la artesanía
Es complicado encontrar a Miguel en un sitio que no sea su taller de este rinconcito del campo navarro. «Madrugo bastante, y primero me encargo del papeleo, de contestar e-mails, de hacer alguna llamada… y así me dejo el resto del día libre para la parte más bonita: cuando ya estoy tocando las espigas de mijo y dando forma a las escobas. Es cuando soy feliz, todos los días necesito estar en contacto con el material, no cambiaría este trabajo por nada y, si un día no hago escobas, siento que me falta algo», revela.
La modernización de Escobas Mendi se puede resumir en dos hitos. El primero de ellos es la mecanización de algunas partes del proceso que aún así, confirman, no disturba en absoluto el germen tradicional de cada escoba que producen. El segundo, el salto a la venta online, que les ha abierto las puertas a vender en otros países, que hace bien poco ni habrían imaginado.
«Cuando comenzamos a vender a través de Amazon estuve repitiéndome la misma frase cada mañana durante muchos días: “¡Esto es increíble!”. Estaba acostumbrado a vender mis escobas en los pueblos de alrededor y a mayoristas, y de pronto me las compraban clientes finales directamente en Nueva York, en Berlín, en Londres, en toda Europa, en Asia… Nunca hubiera imaginado algo así, ni mucho menos que algo tan sencillo como una escoba pudiera tener tanta aceptación en lugares tan lejanos, en culturas tan distintas, de repente nos hemos convertido en una empresa global», cuenta Miguel.
Gracias a la venta online ahora
compran nuestras escobas en Nueva York,
Berlín, Londres…
Escobas Mendi ha participado en el programa de formación Amazon Despega, que va mucho más allá de la mera venta a través de internet. «Nos ha ayudado a crecer globalmente desde la creación del producto hasta la venta final, pero también en todo lo que hay en medio: el pago de impuestos, la creación de los listings… ha sido un acompañamiento en todo el proceso que nos ha permitido tener hoy en día 11 tiendas en distintos países, que vamos a ampliar a 16», explica el artesano. Y es que el futuro de la empresa no podría pintar mejor en este año que entra: «Queremos seguir dando valor al oficio y a la artesanía. Aparte de lanzar nuevas variantes del producto, vamos a realizar actividades culturales relacionadas con el turismo, y también con la formación en este tipo de artesanía. Además, queremos implantar una compra online personalizada, esto es, que el cliente pueda diseñar su propia escoba: eligiendo el formato, el tipo de palo… Y al mismo tiempo haga un seguimiento en directo de cómo se está fabricando», enumera Miguel, ilusionado ante tantos proyectos que pronto se harán realidad, pero insiste: «Dicho esto, mi mejor momento es cuando estoy en mi taller creando con mis propias manos; y eso es algo que nunca va a cambiar por mucho que crezcamos».