Escrito por: Pelayo de las Heras
Fotografía: Rafael García
Vídeo: Borja Rebull
Está claro que los juguetes entretienen. Pero también que son una pieza fundamental en la educación, creatividad, psicomotricidad y en el desarrollo de multitud de cualidades y valores en niños y niñas. De hecho, la Convención sobre los Derechos del Niño de la ONU (1989) reconoce que la infancia tiene derecho «al descanso y al esparcimiento, a participar en juegos y actividades recreativas apropiadas a su edad y a participar libremente en la vida cultural y las artes». Así lo cree también Tuquinos, un proyecto asturiano dedicado principalmente a la educación (aunque no de la forma más convencional).
Su nacimiento tuvo lugar hace cinco años con el impulso de Jana García, que aunó en el proyecto sus dos pasiones: la ebanistería y la educación. Y no lo hizo a partir de un capricho, sino de una necesidad. Como relata Jana, en las clases que daba como profesora infantil de educación física «estaba viendo que faltaban recursos motrices para desarrollar plenamente las habilidades de los niños». En la infancia, explica, «se necesitan ciertos aparatos para dar el paso del gateo a la posición erguida, para alcanzar una adecuada coordinación entre pies y manos y un buen desarrollo de habilidades». Una necesidad que más tarde se hizo aún más patente, cuando tanto ella como su círculo más cercano –gran parte del mismo, participante en Tuquinos y enraizado también en la educación y la pedagogía– comenzaron a tener hijos. Esto les hizo ser aún más conscientes de las carencias presentes (y muchas veces ignoradas) en el camino de su desarrollo.
En este sentido, el propio nombre de la compañía es revelador: cuando Jana acompañaba a su hija a pasear por el monte, la pequeña iba cogiendo flores, piedras y palos, cuyo nombre en Asturias es tuquín. Aquellos palos, que en sus manos eran poco más que un simple trozo de madera, se convirtieron en algo más. En casa, decía, quería jugar con los tuquinos. Es también lo que sugiere el lema de la web corporativa: «Ilusión en madera».
Tuquinos diseña sus muebles y juguetes
artesanos inspirados por los métodos
Montessori y Pikler
Tuquinos ha elaborado desde su aparición cientos de juguetes en madera que facilitan el complejo desarrollo de la coordinación y la movilidad en los niños. Los ejemplos son múltiples: desde juegos de coloridas peras, setas y sandías de madera, hasta una adaptación del juego Tumi Ishi, cuyas formas se asemejan a pesadas rocas. Y a ello se suma la elaboración de un mobiliario específico para escuelas, centros educativos y deportivos y, por supuesto, hogares. Es el caso del triángulo transformable –un aparato estructurado a través de pequeñas barras–, la tabla curva, con su propio colchón a medida, o el colorido balancín que favorece el desarrollo del equilibrio.
La base educativa del proyecto va más allá de lo lúdico: se inspira tanto en el llamado método Montessori –que se centra en la interacción colaborativa, el aprendizaje activo y las actividades creativas– como en el método Pikler, cuyo eje gira en torno a la estructura de relación afectiva privilegiada –es decir, en el apoyo a la actuación independiente, el impulso de la comunicación y el respeto a los pequeños, sus ritmos y sus necesidades.
La fabricación de estos juguetes responde también a una forma específica de respeto al medioambiente, la naturaleza y al planeta en general. Los de Tuquinos son juguetes elaborados con madera sostenible –así lo indica la certificación del Programa de Reconocimiento de Sistemas de Certificación Forestal (o PEFC)– y un acabado ecológico. La lucha contra el cambio climático funciona como una cadena llena de pequeños eslabones, y así parecen saberlo en este negocio, que tiene por norma utilizar en sus juguetes y muebles madera cuyo origen no supere los límites de la Península Ibérica. Cuanto más cerca está el origen de la madera, menos se contamina a través de su extracción y transporte.
La compañía asturiana trabaja con madera
sostenible y de cercanía
No es la única medida adoptada en este sentido: Tuquinos también colabora con otras empresas a través de alianzas dispuestas a impulsar el desarrollo sostenible. Por ejemplo, las cajas de embalaje usan cartón que no solo es reciclado, sino que es sometido a dicho proceso a través de una empresa donde trabajan personas con discapacidad, favoreciendo la inclusión de forma indirecta.
Tuquinos busca equilibrar su impacto ambiental con su expansión, que es cada vez mayor. Su éxito se debe en gran parte a Amazon. Las oportunidades y facilidades a nivel logístico, de visibilidad y de marketing ofrecidos por la compañía de comercio electrónico son algunos de los elementos que han favorecido el triunfo de un proyecto tan detallado y específico como Tuquinos. «Gracias a Amazon estamos llegando a países de Europa como Francia, Italia o Alemania. Sin ellos, tener esa proyección sería inviable para un taller pequeño como el nuestro», explica Jana. Amazon, de este modo, se convirtió pronto en una de las piezas clave para darse a conocer, algo especialmente crucial en una compañía cuyos usuarios finales han de utilizar los productos durante un período relativamente corto de tiempo. Y parece que funcionan: cinco años después, Tuquinos ha dejado de gatear.